Soy Vincent Willem y muchas veces creo que vivo una vida que no es mía…
Heredé el nombre de mi hermano mayor que murió un año antes de mi nacimiento…No puedo evitar sentirme el sustituto de él. Intento curar el dolor de mis padres y justificar mi existencia, no lo consigo. No logro mantener una relación cordial ni con mis padres ni con mis hermanos. La única excepción es Theo, solo él me entiende en este mundo
En mi familia los hombres se dedican a dos cosas: arte y religión. Así que muy joven comienzo de aprendiz de marchante de arte en La Haya. En cuanto termino las prácticas me envian a Londres. ¡Es el único tiempo de mi vida que realmente soy feliz! … No dura mucho, me despiden pronto, dicen que “me falta don de gente y habilidades comerciales”
Decido emprender otro camino, siguiendo los pasos de mi padre me propongo llevar la palabra de Dios hasta los sitios mas oscuros. Comparto la pobreza con la gente de las minas de Borinage, mis condiciones son lamentables. Me he ganado el mote de “El Cristo de las Minas” pero no sirve de mucho: no conecto con la gente, siempre me acaban rechazando.
Todas las mujeres de las que me enamoro me dan la espalda. He propuesto matrimonio en tres ocasiones y las tres he terminado con el corazón roto. Mi única opción es pagar por recibir algo de amor y con eso consigo un poco de calma. Mi relación con Sien no le gusta a mi familia, y amenazan con dejarme sin medios para vivir si no la dejo. La soledad se apodera de mi, parece que estoy condenado a ella.
Creo que los “Comedores de patatas” es mi mejor cuadro. Refleja un círculo interminable: la vida de la gente que come para tener fuerzas para trabajar, y trabaja para tener algo que comer al día siguiente, sin más aspiraciones ni esperanzas. Todo su universo gira alrededor de estas patatas.
La pobreza que me rodea es desoladora. Muchas veces pinto por encima de otros cuadros para ahorrar en lienzos. Especialmente me pasa con mis desgastadas botas: son los testigos de los duros y agotadores caminos que me está tocando recorrer.
Estoy aprendiendo, el arte empieza a ser el único camino que entiendo. Afino mi técnica, pinto bodegones y objetos cotidianos. Acudo a la academia de Amberes, me esfuerzo, pero los profesores de la academia tampoco entienden mi estilo.
París me llena de su aire, parece que salí de la oscuridad a la luz. Mis escasas finanzas no me dan para pagar modelos, así que pinto paisajes, escenas urbanas, a mí mismo. Todo aquí es nuevo para mi.
¡Estoy experimentando con colores, y mis autorretratos lo reflejan! La gama oscura, poco a poco, da paso a tonos azules y amarillos…Estos nuevos colores me ayudan a expresar todo lo que estoy viviendo.
La vida Bohemia me atrae, me inspira. Prefiero no comer algunos días y guardar una moneda para tomar un vaso de absenta por la noche y pasarla conversando sobre arte en el café Tambourin.
Japón es mi gran descubrimiento. Colecciono estampas japonesas, las estudio al detalle. Aprendo mucho de su composición. Mis propios cuadros se vuelven planos, busco color y forma en vez de realismo y perspectiva
En el sur de Francia intento recrear mi Japón interior. Me inspiran las barcas pesqueras, su lucha contra la fuerza del mar para avanzar hacia su destino ¡Me gustaría pensar que todas las inestabilidades de mi vida me dirigen hacia buen puerto!
En Arles, rodeado de naturaleza, encuentro mis colores: turquesa primaveral, esmeralda veraniego, sulfuro otoñal, siena invernal…estos tonos son ahora mis preferidos.
Dibujo el puente de Langlois en todas las estaciones del año, me gusta venir aquí, me traslada a mi Holanda natal.
Fantaseo con la idea de crear una comunidad de artistas dedicada a lo nuestro, a conseguir captar la belleza. He invitado a Gauguin a unirse conmigo en esta aventura…
No nos entendemos. En vez de crear juntos, discutimos todos los días. Siento que el mundo a mi alrededor comienza a derrumbarse. Me siento mal, muy mal…
¡Estoy agotado! Busco ayuda en la noche, mi única aliada, la noche no me juzga, no me humilla, me ayuda a olvidar los fracasos del día. ¡Todos mis sueños están rotos!
Miro las estrellas y me imagino otro universo. Más justo, más humano, más feliz.
Empiezo a enamorarme del amarillo…Pinto todo en amarillo: la tierra, el cielo, incluso a la gente que, por cierto, tiene ese tono amarillento de piel besada por el sol. ¡Creo que podría pintar nada más que con el amarillo!
Para mí, los girasoles simbolizan la gratitud, la luz pura que ofrece alivio a los corazones rotos. ¡Cuanto mas miro los girasoles más riqueza descubro en ellos!
Hay mucha gente a mi alrededor…pero siempre estoy solo. Incluso la misma gente que pinto, después me denuncia por loco
Gauguin se ha ido sin decir adiós… Theo le ha propuesto matrimonio a Jo… la policia me ha echado de la Casa Amarilla… Mi mundo se rompe a pedazos y no encuentro otra salida que ingresar en el psiquiátrico.
Poco a poco comienzo a sentirme mejor… ocupo mis días en pintar los paisajes que rodean el hospital, los lirios del jardín, las noches de Saint-Remy y sobretodo cipreses, los cipreses siempre están en mis pensamientos
Mi hermano tuvo un hijo y lo llamó Vincent. ¡Ahora me siento reemplazado!… igual que reemplacé a mi hermano mayor, pero yo, en cambio, estoy vivo… Empiezo a pintar un cuadro para él…
Theo está muy enfermo y se niega a toda ayuda médica. Si algo le pasa no podría vivir sin él, sin su apoyo… Me mudo a Auvers-sur-Oise, para estar más cerca de él y del doctor Gachet cuida de mi… Mi corazón está cansado de latir. Aquí solo encuentro el silencio de los campos
¡Algún día, la muerte nos llevará a otra estrella!
